12/23/2007

Una cuestión de coraje, y terribles fiestas…

Tuve que montarme en el automóvil a eso de las seis de la tarde del sábado. Muy tarde. Después del equinoccio y del cambio de horario la noche se escurre muy temprano y, para empeorar las cosas, el cielo relampagueaba, la luna llena estaba oculta entre nubes espesas, y mi viaje era hacia el oriente en un mundo donde el sol se arrastra hacia el oeste.

 

La gente olvida lo solitario que es un viaje de carretera.

 

Empecé haciendo una lista de todo lo que olvidaba, luego de todos los rostros que ya no vería en estos restos del 2007. Hice listas y listas de cosas inútiles, me esforcé horrores en no entablar los diálogos inminentes. Puse música de los ochentas a mucho volumen, repase las aperturas de muchos libros de memoria (fracasando, mi memoria siempre ha sido bastante mediocre). Al final, a la altura de Caucagua, los diálogos se iniciaron.

 

  El primer encuentro fue protagonizado por BurgueWolf y DarkWolf. Un intento del apasionado BurgueWolf por seguir acumulando capital, en búsqueda del dólar perdido, de la burguesa prometida, de nuevas camisas para nuevos trabajos. El pobre no aguantó mucho, WolfDark no tuvo que hacer mayores esfuerzos, sólo mostrarle su cuenta de ahorros (vacía como sus pretensiones), una fotografía del apartamento solitario, y la mancha de cloro en sus prendas de centros comerciales.

 

Pero observemos que si bien el proyecto del BurgueWolf no fue exitoso este año, la fuerza de sus aspiraciones siguen vivas. Es en el conflicto entre BurgueWolf y WolfDark, en esa batalla eterna, que los mayores fracasos hallan explicación. WolfStrife es ese ente, la identidad conflictiva de esas oposiciones, y de muchas otras. La oposición soledad-compañía, dawn-decadence, oriente-occidente, Caracas-Barcelona, academia-publicidad, izquierda-derecha y pare de contar. Todas estas voces se manifestaron en la carretera, de noche, con lluvia y mucho tráfico.

 

Sospecho que muchos sufren de estas voces en esta época del año.

 

Un buen amigo me dijo que uno debe tener el coraje de dudar de todo. Para WolfStrife este es un axioma, y no requiere de mayor coraje para lograr esto. Y creo que allí esta el error en el sistema.

 

Una sociedad pasa a ser posmoderna sólo después de abrazar su modernidad. Algo similar (varios académicos me están viendo con cara de burla) pasa con las identidades. Un ser puede vivir en la locura de su pluralidad una vez que existe una identidad sólida que las vaya integrando.

 

Si esto no ha pasado, le pasa como a las sociedades que se comportan como posmodernas, pero que nunca tuvieron una modernidad del todo. Caos, inacción, desesperanza. Poca satisfacción y mucho placer. Sospecho que por allí va mi tragedia.

 

Pero en realidad esa conclusión es sólo otra discusión de oposiciones, el SolidWolf vs. PluralWolf. Discusiones, diálogos, encontronazos. Desde política hasta el refrigerador. Esta puta época del año rescata las discusiones y pretende resolverlas.

 

Ya veremos quien soy el año que viene. Ya veremos quien escribe este blog.

11/28/2007

La ansiedad se aferra a situaciones extrañas (I). La batalla por la pasarela.

Tan pronto oímos la noticia en televisión corrí apresuradamente hacia un par de jeans, me encarame en los zapatos y me lancé hacia las llaves, camino a la universidad. Eran las 8:00pm. Mi hermano y su mejor amigo me acompañaron, y dejamos que la radio llenase el papel de la conversación que no quería suceder. 

Yo pensaba en los proyectos que el país necesitaba. Una estructura partidista con una tendencia ideológica muy clara y coherente; la imperante necesidad del regreso de la política en Venezuela; la llegada de un republicanismo sin personalidades, sólo el colectivo haciendo lo mejor para todos; que se pusiese de moda el seguir las reglas y esos detalles absurdos que dejaron de tener sentido cuando el policía, enfrente de la UCAB, nos dijo que no se hacia responsable de nuestra seguridad, que cuando es de noche ellos no pueden hacer nada.

Estacioné el carro en medio de la avenida. Me apresure hacia la entrada por Montalbán y vi a unos periodistas oficialistas haciéndole preguntas a un grupo de estudiantes que no estaban interesados en responder nada. Pensé que seria una gran oportunidad para que uno de ellos expusiese con claridad sus ideas y los acontecimientos ocurridos, pero cuando me acerque más me di cuenta de que eso no podría ocurrir.

Ellos preguntaban porque lanzaron piedras, los otros que estaban defendiéndose; ellos ignoraban la respuesta y volviean a la pregunta general, sazonada con un “¿y ustedes no son pacíficos?” Fruncí el ceño ante tal espectáculo, al darme cuenta de que sin puentes de dialogo el mismo es inútil. Entré a mi universidad.

Allí hallamos al joven Z., quien nos relato la batalla por la pasarela, donde un grupo de oficialistas, frustrados por el cierre con santa maría de la misma, decidieron escalarla y tratar de acceder a la universidad por el techo. El joven Z., sin pensar demasiado, se lanzó con sus escasos aliados al techo desde adentro de la universidad, en lo que termino siendo una épica batalla campal.

En primer lugar, la línea de suministros de los académicos llegó rápidamente con muchas piedras para los del techo y algunas mesas para establecer una barricada en la pasarela. Por el otro lado del río, los oficialistas, que poseían escudos de laminas de Zinc, lanzaban cohetotes hacia los defensores, y en varias oportunidades armas de fuego fueron utilizadas para tratar de dispersar la ultima defensa de la universidad.

La lluvia pirotécnica y de piedras dejo heridos de ambos lados, pero la batalla parecía haber llegado a un punto muerto, donde ambos bandos, bien resguardados, seguían atacándose, sin posibilidad de reclamar mayor terreno del bando contrario.

Lectores, imaginen el escenario por favor. La pasarela de la UCAB, en su techo, no tendrá mucho más de 2 metros de ancho, sin paredes, dando directamente a la autopista francisco fajardo o al Guaire, a muchos metros de cualquier fondo. Varios, relata el joven Z., estuvieron muy cerca de caer, pero la providencia evitó que cayesen en tal abominable destino. 

Z. me cuenta que, en este momento, un reportero del Miami Herald se le acercó, sin hacerle muchas preguntas, tan sólo grabando. El gran Z. estaba luchando ciegamente, movido tan solo por la adrenalina de la situación, desenchufado del mundo, cuando refuerzos del otro lado llegaron y empezaron a ganar terreno. Fue en este momento donde los cauchos llegaron y Z. tuvo que tomar la decisión de quemarlos para impedir mayor avance de sus enemigos. 

La táctica resulto y ahora, con el guaire y la autopista en el fondo, una pared de fuego y de humo se alzaba en el campo de batalla. El deadlock se mantuvo por lo menos durante otra hora, cuando finalmente los cuerpos de seguridad del estado llegaron a dispersar a los fallidos invasores de la Universidad. 

Son las 8:00am. Acabo de despertarme para relatar la historia de Z. No se si pasó algo más en la universidad después de que me retiré, a eso de las 11:00pm. Lo único que resulta seguro es que mis ideas republicanas necesitan llevarse a cabo. No creo que Z. halla sido movilizado por el ideal de una mejor Venezuela, por un proyecto de país que se dibuja en su rostro como la posibilidad de vivir en paz y armonía, sino más bien actuó por los afectos hacia un sitio que resulta ser como su segundo hogar (y si se es del interior, como en mi caso, en el único hogar).

Los afectos desembocaron en la batalla por la pasarela. Ya una vez desembocaron en el 11A, en el 4F y en innumerables fechas de nuestra historia democrática. Se que la batalla por la pasarela no pasará a los libros de historia como esas otras fechas, pero si logramos subordinar esos afectos a una idea, sospecho que cosas grandes podrían pasar en Venezuela.

Mientras tanto, estamos a cinco días del 2D. Ojala esos afectos desemboquen en eventos más provechosos para la republica.

11/06/2007

Fragmento (II)

"Music, absolute music, only expresses itself through sound. But it obviously has a content; its not just sound. The problem is that this content cannot really be articulated in a objective, rational, scientific way with words. If we were able to articulate it in a rational, scientific way then music would be unnecessary. But the fact that it is not possible to articulate it in a rational, scientific way does not mean that it does not have a content and therefore, the question is what is this content and how do you realise it."

Daniel Barenboim

10/29/2007

La ansiedad se aferra a extraños objetos. Reflexiones Políticas (I).

Difícil no estar asustado hoy. Reformas al texto constitucional, nuevos impuestos, un dólar cerca de los 7.000 Bs., tiempos emocionantes estos. Injusta providencia que me obliga a reflexionar en torno a temas vulgares.

Mis amigos y algunos maestros han dicho varias veces que régimen Chavista es fascista, socialista, nacionalista, nacionalsocialista, diabólico, decadente, y una linda niña me llegó a susurrar que también era posmoderno. Hoy abrí algunos textos, investigué un poco y deseo recordarme unas conclusiones que se me hacen interesantes.

El texto a leer es el compendio de reflexiones de Umberto Eco titulado “A Paso de Cangrejo”, específicamente la sección titulada “Sobre el Populismo Mediático”. En primer lugar, una de las mejores definiciones de populismo que he revisado en mi corta vida:

“... apelar al pueblo significa construir una ficción: teniendo en cuenta de que el pueblo como tal no existe, el populista es aquel que se crea una imagen virtual de la voluntad popular. Mussolini lo hacía reuniendo a cien o doscientas mil personas en la Piazza Venezia que lo aclamaban y que, en su condición de actores, desempeñaban el papel de pueblo. Otros pueden crear la imagen del consenso popular jugando con los sondeos, o simplemente evocando el fantasma de un “pueblo”. De este modo, el populista identifica sus proyectos con la voluntad del pueblo y luego, si tiene éxito (y muchas veces tiene éxito), transforma en ese pueblo que ha inventado a una buena parte de los ciudadanos, fascinados por una imagen virtual con la que acaban identificándose”.

Es importante aclarar que este texto de Eco hace referencia a un personaje bastante distinto al teniente coronel (el magnate Silvio Berlusconi), pero la definición es bastante útil para aproximarse al caso venezolano. Quiero dejar anotado que un futuro proyecto pudiese apuntar a la estructura de la ficción de pueblo que ha generado el discurso chavista, pero en estos instante hay otras ideas que deseo vaciar.

Si entendemos el discurso chavista como uno que lleva a la construcción de una ficción de país, resulta curioso como es que las fuerzas opositoras del país no se han dado a la tarea de generar su propia visión del pueblo sino que, intuyo, han comprado el discurso chavista al pie de la letra, actuando ellos su propio papel: el de opositores a Chavez desde la visión chavista de una oposición.

Y es que un régimen como este requiere de opositores. Cuando cada proceso electoral se establece como una batalla, dos bandos enfrentados en una batalla ante las urnas, las reacciones se tornan viscerales y allí, creo, se encuentra la verdadera ventaja del chavismo y el punto ciego de las democracias occidentales: la posibilidad de manipular los afectos.

El chavismo manipula afectos desde una ficción. Al igual que los malos lectores de una novela, los malos electores no disfrutan de la estructura (bastante floja), del estilo (bastante mediocre), de la coherencia interna del universo creado, sino que buscan identificarse con los personajes y sueñan con actuar sus papeles. Y allí caen todos, opositores y oficialistas, todos actuando la pequeña obra del chavismo.

Propongo la construcción de otra ficción. Para ello, sería interesante que los opositores lograsen ver que sus acciones políticas están dentro de un guión que, de permitirse continuar, significaría la mayor de las catástrofes que haya sufrido este país y, tanto peor, este joven de 23 años que no sabe ya donde esconder tanta ansiedad.

10/08/2007

Fragmentos de algo que escribí hace tiempo en plena ansiedad

Probablemente, mi paciente lector, debería explicar con algo más de detalle como es que funciona esto del acceso. Pero es con la mayor de las humildades con la cual me aproximo a esta compleja tarea que ha eludido las mentes de los fanáticos del manual de diagnostico; a los seguidores del culto a Melanie Klein, y también a los brujos Jungianos que me visitaron hace apenas tres horas. El acceso…!ay, la tarea que tomo por usted mi estimado lector!…., el acceso es… es como cuando uno agarra una hoja de papel (carta, A4) y la llena de los abstractos garabatos a los que usted probablemente este acostumbrado, esas interminables e inacabadas obras de líneas rectas y curvas que se superponen cuando ya no hay ni cigarrillos que aspirar ni uñas que morder y, en un violento movimiento, dobla un extremo de la hoja sobre el otro, mirando con detalle el borde. Usualmente, cuando tenemos suerte, no pasa nada; pero cuando caemos en la garra del acceso podemos ver (usted también lo habrá visto, rezo por que así sea) como las líneas de un lado están perfectamente conectadas con las del otro lado, borrando los limites del inicio y del fin, y lanzando la obra al infinito. El acceso es pues una mala broma del azar que hace que un detalle, un accidente, se repita ad nauseum, y desaparezcan los limites del papel (ese borde que separa lo blanco de la hoja y que invita a la madera del escritorio a la vista) conformando, en garabatos sin sentidos, un universo de tortura, en donde seguimos con detalles las líneas y círculos, buscando un nuevo centro, un punto de origen; el acceso es negarse a separar los bordes, pues ahora los bordes son parte de algo mas grande de lo que era, algo que no podrá volver a ser. El acceso es pues el azar perceptivo casado con el azar inexplicable, más simple aún, el acceso es el accidente que lleva a la locura; una llave que abre la puerta a un universo desbordado que siempre estuvo cerrado. El acceso es la pasión, lo psicótico y lo obsesivo (incompatibles en la locura del no acceso) abiertos ante el espectador, hasta que el espectador se da cuenta que su mano, su brazo, su hombro y su cuello son solo otro garabato conectado, así como las uñas de Laura, así como los bigotes del mesonero, como la tarjeta de crédito, como los números de la cuenta, como los rayos del sol, el cielo carmesí, los jeans roídos, el carro sin gasolina…, bajo el acceso la hoja se expande hasta que todo es parte de ella, y es en el borde donde buscamos separarla, no para regresar a la realidad anterior, sino para escapar de las líneas y círculos y poder entregarnos a la curvatura de la cintura de ella quien unió las hojas para empezar, ¡oh mi Christine!, sálvame de este infierno, antes de que me pierda en las líneas y círculos y olvide como era ese borde, antes de que olvide tu rostro.

9/04/2007

Diálogos (I)

Un salón oscuro, decorado con arte corporativo, algunos diplomas sin importancia y alfombras rojizas, fue el escenario de la primera plática cara a cara ente WolfStrife y el Alterego. Un encuentro muy tenso, lleno de palabras vulgares, insultos y llanto. Gracias a la existencia de múltiples alteregos (alguno de los cuales son mediocres taquígrafos) pretendo reproducir aquí algunas de las escenas más polémicas de la discusión.

WS: Mi estimado cobarde, compañero de irreversibles resacas, inusual testigo de mis brillantes proyectos, ¿Cómo anda usted el día de hoy? Observo con cuidado que su cabello se encuentra más largo y sucio que de costumbre, que su infantil barba esta sin afeitar, y que sus labios están resecos y morados, restos de un mal vino si mal no estoy viendo.

AE: Su voz esconde un sutil nivel de sarcasmo común al de aquellos que preguntan sabiendo la respuesta. ¿Si usted mora en mi, estimado WS, que sentido tiene preguntar sobre aquello de lo que fue testigo?

WS: No se moleste mi patético compañero, y no vaya a creer que sólo busco humillarlo más con mis preguntas. Sólo deseo que elaboremos, juntos y desde el más sincero dialogo, aquel evento que parece haberle marcado a pesar de su voluntad. ¿Acaso existe mejor forma que la de una narración?, usted se verá obligado a iniciar, enredar y desatar el nudo de una historia a partir de sus comunes categorías. Así entenderemos el evento y le removeremos su culpa.

AE: Cómo si usted fuese capaz de sentir culpa amigo mío. En fin, empecemos. Un miércoles en la noche, escapando de las reuniones con los yuppies (esas suceden en la mañana) y con los decadentes (esas son las del final de la tarde), me hallo en medio de un bar con una linda dama. Pedimos vinos y quesos y charlamos en números, culpas y desamores.

Mi celular vibra, notificándome de una tarea que el Alterego de las 4:59pm le impone al Alterego de las 11:46pm. Las manos empiezan a sudar y la cavidad bucal se llena rápidamente de saliva. Trago nerviosamente y paso el incomodo momento con un sorbo del mediocre Malbec. Empiezo a hiperventilar y pido disculpas a mi joven compañera. Coloco un fajo de billetes sobe la mesa y salgo velozmente del local.

WS: ¡Que grosero y torpe puede ser usted!

AE: ¿Cómo te atreves a juzgarme sin conocer el contenido del mensaje?

WS: Conociéndolo mi querido amigo. Recuerde que yo a usted lo recuerdo, de la misma forma en que usted me recuerda a mí.

AE: ¿Acaso podrías haber llevado a cabo la orden que yo me impuse unas horas antes?

WS: Usted estaba obligado. Debías hacerlo, es parte de tu juramento. ¿Cuánto tiempo más habrá de pasar antes de que te rindas ante ella? ¿Cuánto más alargaras el momento en que te olvidas de mí y juras lealtad? El compromiso eterno, el fin de la juventud, la individualidad distorsionada.

AE: Aún no puedo.

WS: Y por eso eres, y serás, por siempre, un cobarde.

Las platicas entre Alterego (uno de los tantos) y WolfStrife continuaran en próximas entregas (bueno, si los taquígrafos así lo permiten).

7/15/2007

All along the Watchtower


There must be some kind of way out of here
Said the joker to the thief
There’s too much confusion
I can’t get no relief
Businessman they drink my wine
Plowmen dig my earth
None will level on the line
Nobody of it is worth

No reason to get excited
The thief he kindly spoke
There are many here among us
Who feel that life is but a joke
But you and I we’ve been through that
And this is not our fate
So let us not talk falsely now
The hours getting late

All along the watchtower
Princes kept the view
While all the women came and went
Bare-foot servants too
Outside in the cold distance
A wild cat did growl
Two riders were approaching
And the wind began to howl


All along the watchtower
Princes kept the view
While all the women came and went
Bare-foot servants too
Outside in the cold distance
A wild cat did growl
Two riders were approaching
And the wind began to howl


No reason to get excited
The thief he kindly spoke
There are many here among us
Who feel that life is but a joke
But you and I we’ve been through that
And this is not our fate
So let us not talk falsely now
The hours getting late

There must be some kind of way out of here
Said the joker to the thief
There’s too much confusion
I can’t get no relief
Businessman they drink my wine
Plowmen dig my earth
None will level on the line
Nobody of it is worth

Bob Dylan

7/10/2007

She asked me for directions

Azares. Sólo azares. La gente subestima el poder de los azares. Me agradan las declaraciones de los matemáticos que creen que la suerte es el desconocimiento de las causas. Me gusta mucho más que ese desconocimiento pueda ser controlado (previsible) de forma estadística, lo que no sólo lo convierte en desconocimiento, sino en algo más. Los azares.

Ella es producto de los azares. Una noche lluviosa, poco dinero en mi cartera, un autobús que se retrasaba. Todo tan frágil. Si hubiese revisado mi cartera antes de salir del centro comercial, si no me hubiese tropezado con la acera al salir del apartamento. Cuantos detalles. Supongo que tuve suerte.

Trazo los azares. Me gusta hacerlo. Cuando olvido un documento en el carro me alegro. Pienso que ese olvido puede generar una cadena de acontecimientos que me harán barbero para finales de mes. Tal vez ese olvido no sea el inicio, sino otro eslabón. Cada momento. Todo tan frágil.


Lamentablemente la conciencia de los azares es la maldición más grande que me ha llegado. La humanidad debe ignorarlos. En efecto, ellos lo hacen muy bien. Se niegan a verlo, creen en progresos, en caminos establecidos, en eventos que suceden en determinadas edades. Sus convenciones los sujetan a darle la espalda a la cruda verdad: no hay caminos, no hay garantías, sólo azares vitales.


Te conocí por azar. Pude nunca haberte visto. Supongo que sería yo otra persona. Un hombre de negocios, un mendigo, un ladrón.

Pero terminé siendo lo que soy. Sólo porque el autobús se atrasó. Y ahora yaces muerta, mis manos llenas de sangre. Sólo porque me tropecé con la acera. Y finalmente me doy cuenta de lo frágil que es todo, tu cuerpo que no respira, tus ojos que no me miran.

Todo tan frágil.

6/11/2007

Redención


Planeo un relato, pero creo que tomará demasiado en ser creado. Primero debo resolver varios problemas.

El problema es la cobardía.

Siempre he creído que soy un cobarde. La RAE equipara la cobardía con el concepto del pusilánime: 1. adj. Falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes. U. t. c. s.

En este momento, sospecho que la fuerza detrás del valiente debe ser similar a la del cobarde.

*****

Constantemente me veo rodeado de valientes y cobardes. Los veo todo el tiempo, y no tiendo a confundirlos. Un cobarde no tiende, a mis ojos, a mostrar momentos de valentía, pues asumo que su motivación principal es el miedo. El miedo lo puede llevar a realizar acciones que descontextualizadas parecen ser heroicas, pero yo se que es miedo lo que lo mueve.

Del otro lado, los valientes, personajes simples, sencillos, con valores muy claros. Su pasión puede ser puesta al servicio de los otros porque están adoctrinados. Sospecho que los valientes son ignorantes. Carecen de duda en sus corazones. Tan seguros de todo que no temen arriesgar sus vidas antes sus ideales.

A pesar de esto, prefiero a los seres valientes.

Es su sencillez la que codicio. No hay duda en sus corazones. Los cobardes, creo yo, dudan de todo y paralizados en su duda van a lo único que tiene algo de sentido. Se saben vivos, y necesitan conservar esa condición si desean seguir dudando.

Claro está, el mundo no es blanco y negro, y mi reto es recrear la valentía en un personaje ahogado por la duda.

No motivado por el miedo, sino por un ideal. Un personaje complejo, que en el pánico halla una razón, como si el miedo extremo moviese una tecla. Este personaje me parece verdaderamente digno: transforma su mismísima condición vital por la ficción de algo respetable. Se mira así mismo en su patetismo, da cuenta de su tendencia a dudar de todo para empezar a creer en algo.

*****

El tema es la redención. (Redimir: 3. tr. Dicho de quien cancela su derecho o de quien consigue la liberación).

Es renunciar al derecho de la duda. No porque la duda sea mala, malvada, un cáncer. Siento que la duda es la base de todo lo admirable, es nuestro método en las ciencias, nuestro motivador en las artes. La duda es la piedra angular de nuestra sociedad. Renunciar a ella implica renunciar a aquello que nos hace libres.

Pero la duda permite esa posibilidad. En su ambivalencia, la duda permite renunciar a ella misma. Dudar de la duda para matarla y encerrarla en una esfera en blanco y negro. Admiramos a los valientes y aborrecemos a los cobardes porque los cobardes son complejos, un manojo de enredos que lleva a la locura. Los valientes son mucho más estáticos, predecibles. Pueden ser torpes, pero aún así despiertan nuestra simpatía porque son como fieles animales. Porque pueden ayudarnos.

*****

Creo que necesitaré dolor, pánico. Sacar al cobarde de su duda implica castrarlo de los placeres de la misma. Lo haré dudar de la duda misma a fuerza de los dolores de la duda. Pero lo importante es hacerlo dudar de la duda. No moverlo por el dolor, sino por sus consecuencias. Generar un flujo de pensamientos que lleven a dudar de la duda.

Ya veremos como va eso.

5/28/2007

Anestesia, o como WolfStrife drena su ansiedad


Observo a mi alterego, ese que trabaja en publicidad y se emborracha seis días de la semana. Hoy no lo veo con el desprecio usual que despierta, sino con lástima. Está lamentablemente muy delgado. Dos ojeras se pintan en su demacrado rostro. Este último mes parece haber envejecido unos siete años. No puede dormir bien, aunque siempre tiene sueño. Si, hoy mi alterego evoca lastima.

Pero tiendo a despreciarlo el resto del año. Sólo unos cuantos días se toma para sufrir. Alterego es cobarde, y huye al sufrimiento. Toma antidepresivos, alcohol en cantidades industriales, se sumerge en la televisión o en varios cuentos, o pierde horas en juegos intelectuales que no llegan a ningún sitio, sino evitar pensar en si mismo, en nosotros, en nuestra miserable condición.

Pero en este país los shots de anestesia se ven interrumpidos por catástrofes inmensas, que hacen que alterego despierte de su mareo habitual y se conecte con la indignación que millones están sintiendo. Y de su sufrimiento pensamientos nobles se entrelazan en su pequeña cabeza. Arma barricadas, genera nuevos modelos de estado, sienta las bases de una repartición social justa, y sueña con el Mayo del 68.

Lamentablemente, este pequeño momento de lucidez no va a durar. La realidad es muy dura, muy cruda. Genera indigestión. Alterego, eres débil, pero te ruego que aproveches este momento, este instante de sufrimiento para que te desconectes del opio de la rutina, para que te arranques la pesadez del día a día y busques hacer algo extraordinario.

Algo debe hacerse. Huye, quédate, mata, sana, ama, odia, pero te lo ruego, haz algo, lo que sea. Sal de ti mismo, de tu flojera de oriental, de tu comodidad, de tu anestesia. Vamos a hacer algo increíble, vamos a hacer algo.

Tal vez así podamos arrancar el miedo, tal vez así podamos aprovechar nuestra ansiedad.

5/22/2007

Interwoven, o reflexiones de un alterego sorprendido


En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. Esos peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron... Las Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero.

J. L. Borges. La Biblioteca de Babel

Le quito la palabra a WolfStrife y me hago presente en sus memorias fragmentadas. En La Biblioteca de Babel Borges nos abre la posibilidad de poder encontrar nuestro libro, pero en La Locura de Caracas una posibilidad nueva se manifiesta.

Una joven, siempre mayor que yo, se dibuja en el horizonte como una nueva clase de doppelganger. Espejo de mis actos: caminatas por el cementerio general del sur, referencias a Hamlet ante el horror de Caracas, sueños con doctorados en prestigiosas universidades españolas, maestrías en literatura, uno que oto episodio depresivo mayor. Las coincidencias superan las diferencias, y nuestro agregado de personalidades múltiples teme haber hallado su igual.

Si bien la idea de haber hallado a la doble que mora en la sombras es tentadora, la misma refleja un terrible indicador de locura. Los doppelganger sólo se hacen visibles a sus dueños, así que ella puede ser sólo una alucinación peligrosa que Caracas me arroja en vista a mi rebeldía, a mi reciente inconformidad, o a mis proyectos de fuga. En su rostro se dibuja la doble cara del terror y la esperanza: la posibilidad de hallar en su ayuda el secreto de mi felicidad, o en su miseria la esencia irrevocable de mi sufrimiento. En cualquier caso, confirmar su status de doppelganger sería hallar cierto nivel de certidumbre que siempre se ambiciona y siempre se sufre.

Nuestros destinos están entrelazados. No debo jamás de perder contacto con ella que encierra mi porvenir. Mi sanidad y mi locura. Debo siempre tener la posibilidad de contactarla, de gritarle mi desesperación. En nuestro vínculo misterioso hallaré una respuesta codiciada por todos. Hallaré la solución del porvenir.

Los problemas sobre el vínculo afectivo que nos une son de menor importancia. Amor, odio, ternura, compañerismo, compañía intelectual, esos son apenas detalles. El secreto, el entenderla, el ayudarle, el hablarle, el oírle, sólo eso importa ahora.

5/07/2007

De la decadencia a la esperanza

Desde hace unos años, nos ha dado por denominarnos decadentes. Inmediatamente la palabra elabora en nosotros la imagen de un alcohólico, de un perverso mal vestido o de un estudiante jugando poker para comprar un poco de arroz. Probablemente es el escepticismo lo que más impacta nuestra imaginación, condición que tiende a enorgullecer a mi alterego.

Pero hace un par de meses empezamos a investigar activamente, aunque sin seriedad, este asunto de la decadencia. Los hallazgos han sido aterradores. Por ejemplo, Voltaire nos dice que: “la decadencia nos llegó por una facilidad para producir trabajos y flojera para realizarlos”.


En su tratado titulado “From Dawn to Decadence”, el señor Jacques Barzun introduce la idea de que la decadencia es una condición que llega a las culturas en el momento en que el mañana se torna borroso. Por decadencia, el señor Barzun entiende perdida, la perdida de la Posibilidad: las formas del arte y de la vida parecen haberse agotado, las etapas del desarrollo como si se hubiesen recorrido hasta el final. Las instituciones funcionan dolorosamente. La repetición y la frustración se tornan resultados intolerables. El aburrimiento y la fatiga se tornan grandes fuerzas históricas.


En efecto, somos decadentes. Pero no estamos solos. La decadencia es propia de nuestra cultura. Se pasea sin ningún tipo de pudor en nuestros canales de televisión, en nuestros centros comerciales, en nuestras avenidas. La publicidad del deseo nos motiva a adquirir bienes, sólo para decepcionarnos tan pronto se agotan (muchas veces, se agotan en el instante de su adquisición, y nos damos cuenta de que su adquisición era el único deseo que motivaba). Nos venden grandes historias, relatos épicos, héroes desfilando, pero no todos tenemos las aptitudes para lograr los sueños que nos venden.

El resultado final es que el aburrimiento nos impulsa a adquirir bienes constantemente. Algunos se arriesgan, y abandonan el juego del consumismo de bienes para consumir historias, y se lanzan por grandes aventuras donde no siempre hay princesas en castillos, y muchas veces hay hambre en una ciudad Europea. Y cuando de repente, entre todo el caos, miramos hacia dentro, nos damos cuenta de que sólo el vacío, el sin sentido, esta siempre presente. La introspección nos torna escépticos. No creemos en la ciencia, en el arte, en las instituciones, ni en la vida.

Pero seguimos, a veces a punta de prozac, pero seguimos. No porque sea necesario vivir, no porque el suicidio este mal, sino porque aún existe la esperanza. Nuestro escepticismo es el que nos mantiene vivo, pues así como no creemos en nada, también podemos creer en todo. Vivir bajo la duda, siempre cuestionando, nos obliga a cuestionar la miseria. Y entonces surge, de la mente del escéptico, la esperanza. El descreer de todo implica dejarle la vida al azar, y entonces toca seguir. Nunca sabe uno cuando le podrá venir una buena mano.

4/16/2007

Some Devil Lyrics

Artista: Dave Matthews


One last kiss one only
Then I'll let you go
Hard for you I've fallen
But you can't break my fall
I'm broken don't break me
When I hit the ground

Some devil some angel
Has got me to the bones
You said always and forever
Now I believe you baby
You said always and forever
Is such a long and lonely time


Too drunk and still drinking
It's just the way I feel
It's alright
Is what you told me
Cause what we had was so beautiful
Feel heavy like floating
At the bottom of the sea

You said always and forever
Now I believe you baby
You said always and forever
Is such a long and lonely time


Some devil is stuck inside of me
Why can't I set it free
I wish, I wish I was dead and you were grieving
Just so that you could know
Some angel is stuck inside of me
But I cannot set you free

You said always and forever
Now I believe you baby
You said always and forever
Such a long and lonely time


Stuck inside of me

4/01/2007

Ficciones de a ratos

Hoy me recuerdo infante.

Y desde mi recuerdo, revivo la ausencia de conciencia, la inocencia. Me creía el juego. Me creía el salir bien en el liceo para adquirir, gracias no a la bondad sino al esfuerzo, numerosos regalos en forma de tortugas adolescentes, carros rodeados de llamas y poderosos superhéroes cazando esqueletos brujos. Creía firmemente en una simple noción de progreso: el tiempo y el arduo trabajo traerían consecuencias deliciosas.

Después, la conciencia.

No recuerdo cuando pasó, pero si que fue después de mi llegada a Caracas. Creo que fue al rodearme de parque central, o tal vez con el embarazo de una joven amiga. Lo que quedó fue certeza de azares vitales. La vida como un juego de dados, donde los viciados juran poseer ciertas habilidades. Pero no yo. Mis esfuerzos no poseen mayor fuerza vital que el hedonismo, la culpa o el aburrimiento.

Y ahora, no estoy seguro de estar viviendo.

Lo que creo haber adquirido es cierta distancia crítica de la realidad. No me creo que más trabajo me haga más feliz, o que más desvelo genere un mejor informe. Solo en afectos, azares y coincidencias. En accidentes. Caracas y yo como un gran accidente.

No estoy seguro de que esto sea vivir. Pero es algo, y a veces no es tan desagradable.

***

***

Estructuro la vida como si fuese una novela. Y ayer, atrapado en tráfico, me lancé por una posibilidad. Una posibilidad burguesa.

Una hermosa señorita, con rasgos muy marcados, con labios prominentes y ojos oscuros. Hija de una buena familia. Un tanto xenófoba, clasista, sifrina caraqueña con lindos senos. Siempre delgada, siempre cabello largo.

Me estaba babeando ante su belleza, fingiendo temas importantes (vánales) de conversación (la bolsa, el FMI, la derecha). No iba hablar yo de libros, no quería que sospechase mi larga distancia con respecto a los yuppies. Le hablaba de progresos, de mercadeo y de dedicación. Mi farsa había funcionado.

Me estaba casando, en una casa lujosa y de buen gusto. Me había dado una hija que bautizamos Mafalda. Comprábamos un modesto apartamento en Miami. Trabajaba yo en publicidad, ella en un banco.

Pero la costura estaba descubierta, y en vez de reclamarme, me regaló una maquina de escribir. Me poseyó la locura y no pude alejarme del aparato. Perdimos todo por tratar de publicar un mediocre libro de cuentos. Se divorció de mí y me abandonó a mi suerte. Regresé a la publicidad. Años más tarde, me suicidaba.

Pero ya aflojaba el tráfico cuando planificaba mi entierro.

3/12/2007

El cadáver de la eternidad

Una imagen me genera una ansiedad terrible. Recurrente en varias pesadillas, un espejo al fondo del pasillo refleja al alterego, vestido de smoking, sosteniendo una copa. El alterego observa el reflejo con lastima, y luego, ya en primera persona, nos damos cuenta de que caminamos por la piscina de la casa de la novia, en plena conciencia de nuestro rol: somos el novio.

En nuestra mano izquierda descansa la champaña mientras la derecha busca insistentemente un cigarrillo en el traje. La noche es ruidosa, obstinante, con el sonido de la hora loca saliendo de la boca de varios de los ya ebrios invitados. Nos miramos en el agua, mientras le agregamos sabor salado de una lágrima que cae del rostro. Nos recuperamos, nos volteamos, y vemos el traje blanco desfilando a por nosotros. Bajamos la cabeza, mientras ella susurra en nuestro oído: por siempre y para siempre.

Luego despertamos iracundos.

Mientras el alterego va al trabajo, conduce, charla con adorables burguesitas y come la basura del McDonald’s más cercano, me deja la responsabilidad de hipotetizar sobre el malestar nocturno a fin de concretar un buen descanso para la próxima noche. Y hoy, mientras el alterego escucha música, creo que he dado con la respuesta.

¿Cómo esperan que creamos en la eternidad?

¿Cómo esperan que nos aboguemos a ella?

Alterego aceptó hace tiempo que hay que comprar cosas nuevas, pues las cosas no duran. Alterego aceptó hace tiempo que no se debe pensar en la muerte, pues la gente rechaza esos temas. Alterego aceptó que este país no tiene mañana, así como las cosas no tienen mañana, así como su cuerpo tampoco lo tiene. ¿Y aún así esperan que nos comprometamos? ¿Qué juremos lealtad eterna? ¿Es acaso que debemos también aceptar que nuestra palabra no tiene mañana?

Y allí esta el punto. Nuestra palabra también es efímera, incluso la escrita y la jurídica. Se nos ha robado la eternidad, y cuando aceptes que incluso lo que Wolfstrife escribe hoy será borrado de la memoria, no te molestará tanto la hipocresía final. Así que no te angusties tanto por la obligación de tener que decir acepto algún día. Sabemos que crees que si no crees en el mañana, tal juramento no puede ser dicho (y Wolf se asoma y grita: ¡como garantizar que siempre estaré allí por ella!). Pero te equivocas. Es justamente el no creer en el mañana el que te permitirá emitir el juramento, pues este no tiene ningún valor.

Así que relájate viejo amigo, y busca una burguesita apetitosa para casarte.

2/19/2007

Ficción Robada


La soledad me sorprendió en estos carnavales. Una fecha dionisiaca me halló sumergido en reflexiones al respecto de Doña Bárbara y de las identidades caribeñas. No por elección, o por lo menos la elección no giró alrededor de esta fecha. Una serie de postergaciones desafortunadas me dejó con pocas opciones, así que tuve que quedarme en una ciudad vacía, ahora también desierta.

Pero la soledad sorprende, aún hoy en día, después de unos cuantos años sumergido en Caracas. El ajetreo, el trafico, el trabajo odiado, la estresante maestría, los rituales ante el televisor, las vacías charlas con amigos, todos elementos de una rutina que busca evitar sentir la soledad que se asoma sonriendo, y que hoy tomó posesión. En mi desesperación lanzo hipótesis que buscan justificar a la ciudad como un evitar de esta sensación que carcome los cimientos de la poca salud mental.

Una profesora una vez me dijo que la humanidad busca evitar el dolor a como de lugar, y que hoy en día nuestra tecnología esta brindando herramientas que parecen cumplir al pie de la letra con esa demanda. Yo creo que, con respecto al dolor, los analgésicos y los antidepresivos son una solución vacía pero efectiva a ese problema. Hoy hallé soluciones vacías, pero no tan efectivas, a una ciudad desierta. Televisión, mensajes de textos, Internet, siempre conectados, y, a la vez, siempre aislado. Tal vez mañana, último día de los carnavales, halle la cura, pero hoy me quedo anhelando mis colas, mi trabajo, y mi miseria cotidiana. No me vuelvas a dejar solo Caracas, engáñame con la ficción de conexión, de que soy miembro de una comunidad, pero no vuelvas a arrancarme la ficción, no me muestres, desde tu crueldad, la verdad.

2/05/2007

Fragmentando

…frente a la inexistencia de un pensamiento capaz de explicarnos, corremos el peligro de aferrarnos al loco del último cuarto, a la sensación de lo imponderable, a la cultura de la araña mona como eje fundamental de una identificación que es otra cosa que necesidad de ser (Cabrujas, 1982).

Durante años me alegré ante la posibilidad de un diagnostico salvaje que explicase mí forma general de ser. Saboreaba los manuales de diagnósticos buscando los patrones que abrazasen a Phillipe (el Dandy), a WolfStrife (el loco), al alterego (el que sale, trabaja, estudia, corteja), en una identidad global denominada Wolf. Me paseé por los dependientes, los narcisos, los psicopáticos, los obsesivos y los esquizotípicos. Pero no sólo dependía de la psicología para buscar las respuestas. La cultura de masas aportó, durante muchos años, respuestas efímeras a la pregunta que se niega a cerrarse: ¿quién soy?: ¿El héroe?, ¿el villano?, ¿la victima?.

Entiendo que esto suena al balbuceo del adolescente, y probablemente este sea testamento de una nostalgia eterna que no se sacude uno con tanta facilidad. Durante un brevísimo periodo hallé un diagnostico que me permitía incorporar todas las figuras, y fui feliz por ser libre. Me auto-diagnostiqué BorderLine (A personality disorder marked by a long-standing pattern of instability in interpersonal relationships, behavior, mood, and self-image that can interfere with social or occupational functioning or cause extreme emotional distress). Que alegría, que grandiosa sensación. Haber hallado un diagnostico que me permitiese ser todo, una forma de ser que no excluía nada. Podía ser poeta, científico, publicista, estudiante, descarado, nervioso, prudente, impulsivo, bárbaro, civilizado, elegante y vulgar, todo a la simultaneidad, todo al control de mis caprichos.


Para no padecer de los contratiempos del Border, tuve que pulir un poco el manual de diagnostico, para autodenominarme un Border Normal. Un ser simpático (condición complicada para los Border tradicionales), cuyo principal defecto (adorable condición) era la de su inestabilidad en la concepción de la auto-imagen. Así, rompí con más limites, con el limite del diagnostico en sí.

Me temo que mí suerte no duró mucho. A pesar de haber hallado un diagnostico que explicase mis fragmentos, la ansiedad continuó devorándome pues la pregunta básica seguía sin contestarse. Hoy en día, intuyo que el detalle no descansa en algún trauma infantil, o en alguna condición genética. Sospecho que la cosa va por vivir en un mundo de zapping, de centros comerciales, de marcas trasnacionales, de Friends, Frasier y Seinfeld. Creo que mí constante fragmentación esta sujeta a estar solo y demasiado conectado. Demasiados cambios, demasiado rápido. Creo que mí trastorno de personalidad fragmentada no es un trastorno. Es solo, como dice Beatriz Sarlo, una nueva forma de estar en el mundo.

1/10/2007

Nostalgias

Hace aproximadamente un año inicié el placentero habito de escribir en un Blog. Viendo como es que necesitaba un espacio seguro para almacenar algunos antiguos escritos, decidí inaugurar Vicisitud: el ocio hedonista como un esfuerzo para acumular antiguos abortos de cuentos o ensayos que nunca logré perfeccionar, bien sea por falta de interés o de tiempo en el momento de su redacción.

Vicisitud se ha enriquecido de otros detalles. Algunos amables comentarios de escasos lectores, uno que otro fragmento de una obra que disfruto, y hasta las letras de canciones que me niego a olvidar. Al final, Vicisitud se convirtió en la memoria fragmentada de mi alter-ego WolfStrife. Pero ahora me temo que el siempre perverso WolfStrife va a tener que cargar con alguna de las preocupaciones de sus dobles que moran en Caracas.

WolfStrife y yo hemos compartido un afecto por viejos libros de historia universal. Crecimos juntos leyendo sobre Alejandro y Napoleón, revisando la Revolución Francesa y los argumentos de Cromwell, repitiendo los Veni, Vidi, Vici de Julio Cesar, así como las caídas de Constantinopla y la emergencia de las naciones Latinoamericanas. Hemos pasado horas refugiados en imágenes de guerras sangrientas y romances magníficos de aquellos que habitaron cientos de años antes que nosotros.


En cierto sentido, esto ha ayudado a que nosotros no tengamos nuestros propios recuerdos. Siempre hemos utilizado la historia como bastión de las verdades, como puntos de referencias. Esto no implica en que creamos que la historia es cíclica y puede interpretarse así nuestros acontecimientos a través de la misma. Más bien apunta a la formación de los afectos, que siempre han estado reposando en eventos que no nos son propios.

No sufrimos nuestras nostalgias. Siempre hemos padecido las de otros.

Se que suena al discurso del loco. Pero bare with me for a minute please. Ya en la adolescencia, nuestro imaginario de rebeldías se conformó a través de los vestigios de la generación X, generación a la que no pertenecimos. Una vez aquí en Caracas, mis amigos recordaban y anhelaban rostros de una ciudad que nunca vivimos, que nunca observamos. A pesar de esto, adoptamos sus anhelos como nuestros, pues eran narrados con una belleza y una distancia encantadora. Nos convertimos a la fuerza en caraqueños, observando y apreciando la brutalidad de esta tentadora megalópolis.

El problema está en el presente. Ya no vivimos de relatos del pasado, de anhelos ni de historia. El presente me hace temer por el futuro. Nuestro país esta cambiando y nosotros empezamos a sentir nuestras propias nostalgias. En nuestras fragmentadas memorias, WolfStrife y este servidor han logrado establecer un territorio propio de afectos, internalizar los rostros de un pasado que ahora se pinta encantador.

Ahora, cuando temo por la inminente perdida de algunas rutinas, aparece la nostalgia como afecto que estructura la realidad. Mañana, cuando probablemente termine siendo un expatriado (en el mejor de los casos por elección propia), esos afectos señalarán a unos años felices que ya no regresarán. Me tomo la molestia de estas lineas porque, como espacio fragmentado de mis memorias, no quiero olvidar muchas cosas. Hoy no quiero olvidar que tengo miedo de perder algo que nunca tuve. Tengo miedo de vivir en perenne nostalgia. No quiero olvidar que tengo miedo.