11/28/2007

La ansiedad se aferra a situaciones extrañas (I). La batalla por la pasarela.

Tan pronto oímos la noticia en televisión corrí apresuradamente hacia un par de jeans, me encarame en los zapatos y me lancé hacia las llaves, camino a la universidad. Eran las 8:00pm. Mi hermano y su mejor amigo me acompañaron, y dejamos que la radio llenase el papel de la conversación que no quería suceder. 

Yo pensaba en los proyectos que el país necesitaba. Una estructura partidista con una tendencia ideológica muy clara y coherente; la imperante necesidad del regreso de la política en Venezuela; la llegada de un republicanismo sin personalidades, sólo el colectivo haciendo lo mejor para todos; que se pusiese de moda el seguir las reglas y esos detalles absurdos que dejaron de tener sentido cuando el policía, enfrente de la UCAB, nos dijo que no se hacia responsable de nuestra seguridad, que cuando es de noche ellos no pueden hacer nada.

Estacioné el carro en medio de la avenida. Me apresure hacia la entrada por Montalbán y vi a unos periodistas oficialistas haciéndole preguntas a un grupo de estudiantes que no estaban interesados en responder nada. Pensé que seria una gran oportunidad para que uno de ellos expusiese con claridad sus ideas y los acontecimientos ocurridos, pero cuando me acerque más me di cuenta de que eso no podría ocurrir.

Ellos preguntaban porque lanzaron piedras, los otros que estaban defendiéndose; ellos ignoraban la respuesta y volviean a la pregunta general, sazonada con un “¿y ustedes no son pacíficos?” Fruncí el ceño ante tal espectáculo, al darme cuenta de que sin puentes de dialogo el mismo es inútil. Entré a mi universidad.

Allí hallamos al joven Z., quien nos relato la batalla por la pasarela, donde un grupo de oficialistas, frustrados por el cierre con santa maría de la misma, decidieron escalarla y tratar de acceder a la universidad por el techo. El joven Z., sin pensar demasiado, se lanzó con sus escasos aliados al techo desde adentro de la universidad, en lo que termino siendo una épica batalla campal.

En primer lugar, la línea de suministros de los académicos llegó rápidamente con muchas piedras para los del techo y algunas mesas para establecer una barricada en la pasarela. Por el otro lado del río, los oficialistas, que poseían escudos de laminas de Zinc, lanzaban cohetotes hacia los defensores, y en varias oportunidades armas de fuego fueron utilizadas para tratar de dispersar la ultima defensa de la universidad.

La lluvia pirotécnica y de piedras dejo heridos de ambos lados, pero la batalla parecía haber llegado a un punto muerto, donde ambos bandos, bien resguardados, seguían atacándose, sin posibilidad de reclamar mayor terreno del bando contrario.

Lectores, imaginen el escenario por favor. La pasarela de la UCAB, en su techo, no tendrá mucho más de 2 metros de ancho, sin paredes, dando directamente a la autopista francisco fajardo o al Guaire, a muchos metros de cualquier fondo. Varios, relata el joven Z., estuvieron muy cerca de caer, pero la providencia evitó que cayesen en tal abominable destino. 

Z. me cuenta que, en este momento, un reportero del Miami Herald se le acercó, sin hacerle muchas preguntas, tan sólo grabando. El gran Z. estaba luchando ciegamente, movido tan solo por la adrenalina de la situación, desenchufado del mundo, cuando refuerzos del otro lado llegaron y empezaron a ganar terreno. Fue en este momento donde los cauchos llegaron y Z. tuvo que tomar la decisión de quemarlos para impedir mayor avance de sus enemigos. 

La táctica resulto y ahora, con el guaire y la autopista en el fondo, una pared de fuego y de humo se alzaba en el campo de batalla. El deadlock se mantuvo por lo menos durante otra hora, cuando finalmente los cuerpos de seguridad del estado llegaron a dispersar a los fallidos invasores de la Universidad. 

Son las 8:00am. Acabo de despertarme para relatar la historia de Z. No se si pasó algo más en la universidad después de que me retiré, a eso de las 11:00pm. Lo único que resulta seguro es que mis ideas republicanas necesitan llevarse a cabo. No creo que Z. halla sido movilizado por el ideal de una mejor Venezuela, por un proyecto de país que se dibuja en su rostro como la posibilidad de vivir en paz y armonía, sino más bien actuó por los afectos hacia un sitio que resulta ser como su segundo hogar (y si se es del interior, como en mi caso, en el único hogar).

Los afectos desembocaron en la batalla por la pasarela. Ya una vez desembocaron en el 11A, en el 4F y en innumerables fechas de nuestra historia democrática. Se que la batalla por la pasarela no pasará a los libros de historia como esas otras fechas, pero si logramos subordinar esos afectos a una idea, sospecho que cosas grandes podrían pasar en Venezuela.

Mientras tanto, estamos a cinco días del 2D. Ojala esos afectos desemboquen en eventos más provechosos para la republica.

11/06/2007

Fragmento (II)

"Music, absolute music, only expresses itself through sound. But it obviously has a content; its not just sound. The problem is that this content cannot really be articulated in a objective, rational, scientific way with words. If we were able to articulate it in a rational, scientific way then music would be unnecessary. But the fact that it is not possible to articulate it in a rational, scientific way does not mean that it does not have a content and therefore, the question is what is this content and how do you realise it."

Daniel Barenboim