7/01/2006

Preludio al Acceso

El cuento de Laura es muy aburrido, por lo que anoche tome la resolución de no contarlo más a los amigos. Cada vez debía exagerarlo, hacerlo más interesante, todo por conseguir una carcajada de un cretino, para suavizar más la cerveza, para no quedarme con la mirada fija en el vacío, en el aire que recubre el espacio entre aquellas dos estrellas cuyos nombres jamás recordare.

Lo que nunca le he contado a nadie fue lo que siguió. Así como la fantasía y el aburrimiento me obligaron a exagerar la historia, la rutina y la tristeza me llevaron a redescubrir a Laura, a recrearla en mi cabeza, pues no recuerdo su rostro, solo su glotona tendencia a morder labios, sus pómulos prominentes, su mirada de niña perdida. Era necesario fantasearla, pues era importante para mi proceso terapéutico, o por lo menos eso decía la viejita de los miércoles a las siete, en la comodidad de un sofá, pero ajeno al diván por otros 80.000 semanales.

No quise una fantasía libre, Laura se merecía más que simples asociaciones de palabras, o fantasías masturbatorias baratas con traje de policía o algo por el estilo. La única forma de honrar el episodio (fortuito) de aquella noche era a través de una investigación rigurosa, meticulosa. No era complicado, conocía gente que podía conocerla, bastaba con contar algunos detalles, exagerar y minimizar, y dar para recibir. Después calzaría los espacios vacíos con mis propias creaciones, y así nace la novia de frankesntain en la mente de este loco que lamentablemente dejo el medicamento hace demasiado tiempo.

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