11/28/2006

Ajedrez, vida y letras


Recientemente, y gracias a un muy considerado regalo, he empezado a considerar la posibilidad de escribir un cuento centrado en una partida de ajedrez. Lamentablemente me veo abordado por ansiedades obsesivas que me impiden escribir las primeras líneas. Nace así una analogía entre el acto de escribir y el juego ciencia: las primeras líneas equivalen a la apertura, el final es un ejercicio de cálculos metódicos, el fracaso se traduce en malgasto de hojas o, peor aún, en un rey ahogado.

El vicio del ajedrez y el de la literatura se han, irremediablemente, confundido. Cada palabra un movimiento: los verbos son peones que se encadenan e impiden la salida de los personajes al cuento; las piezas que buscan acorralarse hasta que caiga el rey, símbolo de la eterna muerte del protagonista. Siempre una dama generando problemas, siempre una torre que impide que fluya la thanatos. Le temo al cuento como le temo al ajedrez, cada partida única, decisiva, final. Yo no puedo separar mis ansiedades del juego, así como no se disuelven en las eternas correcciones al borrador. No es sólo un juego, no es sólo un cuento.

Mi verdadero miedo es que la analogía se apodere de la vida. No es sólo un juego, no es sólo un cuento, no es sólo una mujer, no son sólo unos tragos, no es sólo un día, no es sólo un trabajo, no es sólo una amiga, no es sólo mí vida. Siempre es decisivo, siempre es único, siempre es contundente. Temo que el juego ha movilizado una sensación que había desplazado en la adolescencia. La sensación de que la vida es inaplazable.

2 comentarios:

Viandante dijo...

La vida es inaplazable, al menos lo es desde la mirada con la que observo el mundo. Creo que si en algún momento dejamos de apreciar los instantes más pequeños y despreciamos su falta de lo que sea que creamos que le falta, puede que con un poco de suerte nos convirtamos en grandes estrategas del ajedrez o del cuento, pero puede que en ese intento se nos vaya la vida, y olvidemos que vivir está muy lejos del tablero o de la página en blanco.

Victor Marin Viloria dijo...

Excelente mi estimado Wolf... El éxito de este cuento -que desde ya espero- está asegurado con estos párrafos que has escrito. Ya la reflexión está hecha. ¡A fajarse entonces!