2/19/2007

Ficción Robada


La soledad me sorprendió en estos carnavales. Una fecha dionisiaca me halló sumergido en reflexiones al respecto de Doña Bárbara y de las identidades caribeñas. No por elección, o por lo menos la elección no giró alrededor de esta fecha. Una serie de postergaciones desafortunadas me dejó con pocas opciones, así que tuve que quedarme en una ciudad vacía, ahora también desierta.

Pero la soledad sorprende, aún hoy en día, después de unos cuantos años sumergido en Caracas. El ajetreo, el trafico, el trabajo odiado, la estresante maestría, los rituales ante el televisor, las vacías charlas con amigos, todos elementos de una rutina que busca evitar sentir la soledad que se asoma sonriendo, y que hoy tomó posesión. En mi desesperación lanzo hipótesis que buscan justificar a la ciudad como un evitar de esta sensación que carcome los cimientos de la poca salud mental.

Una profesora una vez me dijo que la humanidad busca evitar el dolor a como de lugar, y que hoy en día nuestra tecnología esta brindando herramientas que parecen cumplir al pie de la letra con esa demanda. Yo creo que, con respecto al dolor, los analgésicos y los antidepresivos son una solución vacía pero efectiva a ese problema. Hoy hallé soluciones vacías, pero no tan efectivas, a una ciudad desierta. Televisión, mensajes de textos, Internet, siempre conectados, y, a la vez, siempre aislado. Tal vez mañana, último día de los carnavales, halle la cura, pero hoy me quedo anhelando mis colas, mi trabajo, y mi miseria cotidiana. No me vuelvas a dejar solo Caracas, engáñame con la ficción de conexión, de que soy miembro de una comunidad, pero no vuelvas a arrancarme la ficción, no me muestres, desde tu crueldad, la verdad.

6 comentarios:

Cronopio dijo...

Nuevamente de acuerdo. Caracas es una ciudad sin ofertas. Algo le falta. Este carnaval en negativo fui al teatro, buscando conseguir esa pizca de cultura que todavía le queda a la ciudad. La obra estuvo bien, interpretada en una sala con eco por las sillas vacías. Después de la obra, nada. Escapar del Ateneo que no ofrece mayor disfrute, salvo que a uno le guste ver "artistas" en la bajada de su vida, ofreciendo shows gratuitos, con las caras largas y demacradas. El resto de los días; dormir, ver tv, ir al cine a clavarse un par de puñaladas hollywoodenses y nada más. Al menos me quedó el placer de armar mi biblioteca.
Un abrazo.

Linus Lowell dijo...

Vivir aturdidos le resta espacio a nuestras propias ideas. De eso sólo nos damos cuenta cuando llega el silencio y también nos aturde.

Linus Lowell dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
_WolfStrife_ dijo...

Cronopio, creo que la imagen de Caracas como una mujer histérica que promete mucho y entrega poco (o nada) calza muy bien con nuestras quejas.

Linus, gracias por aclarar el punto, pero verdaderamente estoy agradecido por la elegancia con la que lo haces. Bienvenido a la Vicisitud.

Viandante dijo...

Mi querido Wolf,
tal vez el asueto carnavalesco (que extrañé más de lo que hubiera creído) te hizo echar en falta el bullicio o la ficción de aquello que pueda remitir a la ausencia de silencio. En esta ocasión no sólo me he identificado con tu sentimiento (el nostálgico, como cosa rara) sino que me atrevo a afirmar que los que padecemos de "spleen" encontramos motivos para hastiarnos aun en las ciudades más enormes y pobladas. No importa cuánto corramos, el destino siempre nos alcanza.
P.D: la profesora de la que hablas tiene que se, sin duda, G. Kozak. Recuerdo haberla escuchado decir exactamente lo mismo en la primera clase que vi con ella en el pregrado.

_WolfStrife_ dijo...

Mi adorada viandante
Sorry, no era G., pero creo que ella estaría perfectamente de acuerdo. Se que el destino y la melancolía esta siempre al asecho, pero sigamos corriendo un ratito más. Por eso me quejo (nuestra forma de correr). Espero que te sigas quejando rato largo más que yo.
Se le extraña mucho.