La soledad me sorprendió en estos carnavales. Una fecha dionisiaca me halló sumergido en reflexiones al respecto de Doña Bárbara y de las identidades caribeñas. No por elección, o por lo menos la elección no giró alrededor de esta fecha. Una serie de postergaciones desafortunadas me dejó con pocas opciones, así que tuve que quedarme en una ciudad vacía, ahora también desierta.
Pero la soledad sorprende, aún hoy en día, después de unos cuantos años sumergido en Caracas. El ajetreo, el trafico, el trabajo odiado, la estresante maestría, los rituales ante el televisor, las vacías charlas con amigos, todos elementos de una rutina que busca evitar sentir la soledad que se asoma sonriendo, y que hoy tomó posesión. En mi desesperación lanzo hipótesis que buscan justificar a la ciudad como un evitar de esta sensación que carcome los cimientos de la poca salud mental.
Una profesora una vez me dijo que la humanidad busca evitar el dolor a como de lugar, y que hoy en día nuestra tecnología esta brindando herramientas que parecen cumplir al pie de la letra con esa demanda. Yo creo que, con respecto al dolor, los analgésicos y los antidepresivos son una solución vacía pero efectiva a ese problema. Hoy hallé soluciones vacías, pero no tan efectivas, a una ciudad desierta. Televisión, mensajes de textos, Internet, siempre conectados, y, a la vez, siempre aislado. Tal vez mañana, último día de los carnavales, halle la cura, pero hoy me quedo anhelando mis colas, mi trabajo, y mi miseria cotidiana. No me vuelvas a dejar solo Caracas, engáñame con la ficción de conexión, de que soy miembro de una comunidad, pero no vuelvas a arrancarme la ficción, no me muestres, desde tu crueldad, la verdad.
Pero la soledad sorprende, aún hoy en día, después de unos cuantos años sumergido en Caracas. El ajetreo, el trafico, el trabajo odiado, la estresante maestría, los rituales ante el televisor, las vacías charlas con amigos, todos elementos de una rutina que busca evitar sentir la soledad que se asoma sonriendo, y que hoy tomó posesión. En mi desesperación lanzo hipótesis que buscan justificar a la ciudad como un evitar de esta sensación que carcome los cimientos de la poca salud mental.
Una profesora una vez me dijo que la humanidad busca evitar el dolor a como de lugar, y que hoy en día nuestra tecnología esta brindando herramientas que parecen cumplir al pie de la letra con esa demanda. Yo creo que, con respecto al dolor, los analgésicos y los antidepresivos son una solución vacía pero efectiva a ese problema. Hoy hallé soluciones vacías, pero no tan efectivas, a una ciudad desierta. Televisión, mensajes de textos, Internet, siempre conectados, y, a la vez, siempre aislado. Tal vez mañana, último día de los carnavales, halle la cura, pero hoy me quedo anhelando mis colas, mi trabajo, y mi miseria cotidiana. No me vuelvas a dejar solo Caracas, engáñame con la ficción de conexión, de que soy miembro de una comunidad, pero no vuelvas a arrancarme la ficción, no me muestres, desde tu crueldad, la verdad.