6/21/2006

Con rabia se lanzaba hacia mí, desconociendo que yo disfrutaba de ella. Me rodeaba, me mojaba, me golpeaba en una tormenta de caricias, gélida a las tres de la tarde. Era un mundo relajante en donde Caracas se disfrutaba gris como una mujer Narcisa amándose al espejo, la belleza de cielos que resaltan el verde de las zonas pudorosas de los restos de una Europa que creyó haber conquistado el infierno al otro lado del atlántico; pero no hoy, hoy no había calor, sino el anhelo de dormir empiernado con una mujer delgada, con la mezcla de shampoo para bebes con el humo de cigarrillo, aroma orgásmico, aroma tuyo.

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